domingo, 22 de julio de 2012

Lo que hace la noche

Sé que no hay ningún o casi ningún lector o lectora que lea mis posts, pero me da igual, a veces a algunos se les da mejor describir sus sentimientos escribiendo que hacerlo hablando. Una de esas soy yo, que cuando me pongo a hablar ni siquiera sé lo que digo y mientras escribo esas emociones son las que se acercan a lo que de verdad siento. Hoy es un día de esos en los que son la una de la mañana y como no puedo dormir me ha entrado la nostalgia. "¿Nostalgia de qué si ni llegas a los dieciocho años?" Se preguntarían algunos. Pues bien, cuando llega la noche es cuando mi cerebro comienza a pensar, y es que nos estamos haciendo mayores. Esa inocencia de los diez años ya no está, estás en esa época en la que tienes que centrarte en el futuro y en lo que debes hacer. Aunque me encanta la idea de poder ser libre en el sentido de poder ir a una ciudad desconocida yo sola, también da miedo el tiempo, porque el tiempo pasa y algunos de tus seres queridos se quedan en tu vida y otros se van. Es como un sentimiento bipolar, quiero que la cosa se quede como está, pero al mismo tiempo quiero crecer como persona, ser independiente de los demás, poder vivir una historia de película y ser feliz. Pero sé que eso nunca pasará, tengo demasiados sueños que quiero que se cumplan, y la mitad son imposibles. Son sueños que desde pequeña he creado en mi interior y desde entonces no se me han olvidado. Pero la verdad es que quiero vivir esos sueños con mis colores; el verde, el azul, el amarillo, el rosa, el marrón, el morado, el naranja... Y es que cada vez que ves un color siempre te recuerda a esa persona especial que en algún momento del día te ha hecho sonreír. Cuando los colores se separan son bonitos, pero cuando los juntas para hacer un arcoiris queda mucho. Y siempre que veo algún color en mi vida me recuerdan a esas personas.
Siento ganas de contaros secreto, y lo haré: yo sin mis colores no soy nada.


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